Texto Homenaje a Coco Cielo: EL OLOR FINO SOLITARIO DE TUS AXILAS

Por Roger Santiváñez

LA PRIMERA VEZ que vi a Jorge Revilla fue una noche en el club No Helden del jirón Chincha en el centro de Lima. Por aquellos días de 1985 yo trabajaba en el semanario Oiga e inmediatamente después del estresante cierre de edición –todos los sábados al filo de la medianoche- me apersonaba en el mencionado club. El Helden –propiedad del legendario Chino Mañuco Villavicencio- era el local más avanzado de Lima en lo que al rock se refiere. Paul Hurtado en la cabina de sonido y una singular decoración punk-dark le otorgaban el sprit necesario para que se convirtiera en mi refugio obligado de fin de semana.

Jorge era un muchacho delgado, esbelto aunque no tan alto como podía parecer, de corto y oscuro pelo lacio, siempre ataviado de negro, envuelto en llanos sacos del mismo color. Pálido, destacaba entre la gente por su actitud desafiante y solitaria. Un buen día se me ocurrió llevar al Helden a mi muy querida amiga, la poeta Dalmacia Ruíz-Rosas, y ella provista de su inseparable cámara de entonces fotografió a Jorge Revilla, quien ya era conocido como El Romántico, en imágenes de atormentado look.

AQUELLOS eran días de fábula: el rock subterráneo nacía en Lima con la delicada furia de la inocencia más recordada. Sábados de gloria con Kilowatt, Montanez, Leo Scoria, Espátula, Matute, Omiso, Kimba, Cachorro, Edwin, Gonzalo Púa –entre los que vienen ahora a mi memoria- miembros de Leuzemia, Narcosis, Autopsia, Guerrilla Urbana, Zcuela Crrada aparecían por el Helden y penetraban la oscuridad del recinto donde el moreno Armando –con su cresta a lo mohicano- chequeaba la entrada.
Noches memorables con Autopsia o el grupo denominado Los Franceses donde tocaba batería Fernando Bryce (ex miembro con Rodrigo Quijano y Octavio Susti del Durazno Sangrando, partícipe de los recitales del Movimiento Kloaka dos años antes) y también Los exigentes de Benito Lacosta ( Chini Polar, Jaime Bedoya) quienes interpetaban sus propios temas rock con letras de la poesía de JE Eielson.

Recuerdo especialmente dos ocasiones. El 30 de agosto del 86 (día de Santa Rosa de Lima y de la Policía Nacional) en que espontáneamente se armó un grupo en el que estaban Leo Scoria y el Cachorro, para homenajear (por contradicción) en su fecha a los uniformados cantando el emblematico Sucio Policía de Narcósis. También una noche de principios de diciembre de 1985, cuando premunidos del primer ejemplar del disco de Leuzemia (que Wieland Kafka –su productor- me obsequió ya que yo fui quien presentó al grupo para grabar en El Virrey) nos aparecimos con Montañez y Leo Scoria en el Helden, y Paul Hurtado –en un arranque- puso el disco y anunció por el micrófono: “Estreno mundial: el primer disco de Leuzemia con ustedes”. Esa noche nos emborrachamos hasta morir.

PERO EN esta época yo no era amigo del Romántico. Sin embargo, él estaba allí –en su individualidad- formando parte de esa ola llamada rock subterráneo y forjándose como el artista que sería años después conocido como Coco Cielo en España. Fue recien hacia 1987, que me tocó tratar y conocer personalmente a Jorge Revilla. En esos días había surgido –con fuerza- la voz de una mujer en la movida subte: Patricia Roncal, quien se presentaba con el nombre de María T-ta. Encargado por la revista Oiga fui a entrevistarla a su casa de Lince y nos hicimos amigos. Ella me presentó a Támira –otra subte- quien editaba el fanzine Contagio y cantaba en el grupo Salón Dadá. De esta mancha también era un muchacho brillante que se hacía llamar Huber Inca-Sol.

PUES BIEN, ha sido con ellos que una buena tarde del verano del 87 conocí al Romántico, quien con la manchita que acabo de mencionar se aparecieron en mi casa de Villacampa en el rico Rimac. Me encontraron escribiendo unos poemas y yo ipso-facto pasé a leérselos . Cuál no sería mi sorpresa: Jorge Revilla se mostró muy contento con la lectura y empezamos a conversar de Rimbaud, de Artaud y de César Moro, sus poetas favoritos. A partir de entonces una gran amistad me unió al Romántico.

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